Dona llegó a nosotras por una razón que nunca debería acabar en abandono: su humano enfermó gravemente y ya no podía cuidarla. Tras 10 años formando parte de una familia, la vida le ha pedido aprender algo nuevo y difícil: vivir en un refugio.
Dona es extraordinariamente dulce. Al principio se muestra prudente y algo tímida, pero basta darle un poco de tiempo y cariño para descubrir a una perrita buena, noble y agradecida. Se lleva bien con todo el mundo, convive sin problema con otros perros y tiene ese punto entrañable de las que disfrutan cada comida como si fuera un pequeño tesoro —sí, Dona es una auténtica zampona .
Es de tamaño pequeño, pesa solo 8 kg, pasea correctamente con la correa y se adapta con facilidad. Además, es muy friolera: el frío del invierno no es para ella. Nada le haría más feliz que volver a tener un hogar, una cama calentita y una persona a la que acompañar en silencio, con lealtad y ternura.
Dona no pide mucho. Solo una oportunidad para terminar su historia donde siempre debió estar: en casa.